Antonio Rüdiger saltará este domingo al césped del Santiago Bernabéu con una máscara que proteja la zona del corte que sufrió el martes ante el Shakhtar Donetsk y le permita jugar cómodo y seguro en el Clásico. El alemán ya ha podido probarla en los últimos entrenamientos del Real Madrid, que ha desvelado cómo ha sido el proceso de creación del protector.

El especialista en Biomecánica del conjunto blanco, Víctor Alfaro, ha explicado que se trata de un diseño asimétrico cuya finalidad es la de proteger el área lastimada y permitir al jugador golpear la pelota sin riesgo a dañar la zona.

También la parte frontal del accesorio, en la zona de los ojos, es asimétrica, "puesto que el parpado izquierdo es el que queremos proteger más porque tiene una parte de la herida", señala el experto.

Así quedó el rostro de Rudiger tras su gol decisivo que dejó el empate para el Madrid... y 20 puntos de sutura en su frente

La máscara está fabricada en base a una impresión 3D del molde de la misma a la que después se le ha añadido una capa de fibra de carbono de alto módulo, un material que debe su gran rigidez a base de someterlo a un proceso que genera fibras más pequeñas y densas, por lo que es "muy resistente y pesa muy poco".

Para llegar hasta el modelo final, los servicios de biomecánica del Real Madrid hicieron un escáner en 3D del rostro del futbolista y trabajaron sobre él para crear el protector con un "software específico", en el que lo generaron buscando "que contacte en las zonas no lesionadas y deje hueco en la de la lesión".

Una vez constituido el diseño, "se imprime en 3D lo que sería como una réplica de la máscara que se va a usar de molde para aplicar la fibra de carbono de alto módulo", que tras ser colocada debe pasar un proceso específico para confeccionarla.

Se usa "una autoclave que le pone calor y presión para que ocupe muy poquito con mucha resistencia", explica Alfaro, que apunta que el siguiente paso es "secarlo en una cámara especial".

En unas 24 horas el Real Madrid ya tenía lista la máscara de Rüdiger, que no dudó en cabecear balones sin ningún miedo en el entrenamiento, "la mejor prueba de carga, apunta el especialista.